Parece que las tropas de Krugen avanzan poco a poco. Su número se ha visto drásticamente reducido, pero el empeño del General no ha mermado. Incluso parece que cada baja le impulsa más a seguir.
Perdieron los pocos caballos que les quedaban en la ciénaga, excepto el del general y retrocedieron rápidamente cuando se dieron cuenta de lo que se escondía en las montañas. Ahora se están adentrando en un húmedo e inestable terreno. Un bosque tan espeso que es difícil no perderse en él. El bosque de Aefet Lo más probable es que empiecen a dar vueltas en círculo y pierdan varios días. Casi estoy deseando de ver qué hacen cuando se encuentren con la tribu de salvajes que allí habitan.
La tribu ha vivido en esas tierras desde siempre. Una enorme familia de salvajes que domina cada rincón del bosque. Saben esconderse entre la vegetación y son capaces de hacer enloquecer a un hombre utilizando sus artimañas.
Fue bastante complicado hacerme con su confianza. Pasé varios días entre la vegetación hasta que me encontraron, aunque siempre supe que me habían estado observando desde el principio. Me llevaron ante su líder y, tras retirarme la máscara y ver mi deformado rostro, pensaron que era un demonio. Yo ya pensaba que me matarían sin dudarlo, pero no. Me respetaban.
Me enseñaron su lengua, su cultura. Pronto descubrí que adoraban a los demonios en la tierra. Me sentí como en familia.
La cueva de la sangre 