Ambas nos quedamos paralizadas unos instantes.
-¿Quién diablos sois? -preguntó Edein cuando fue capaz de hablar.
-Mi nombre es Mukhne y soy quien gobierna estas tierras. Y son muy pocos los que se aventuran a entrar en ellas.
-No he visto ciudad ni pueblo desde hace días. Curiosamente desde que me crucé con unas calaveras sobre unas estacas. ¿Es vuestro reino el que está bañado por las nubes grises?
-Esas calaveras forman la frontera, aunque temporal, pues dentro de muy poco se desplazarán para abarcar un territorio más amplio. Y si, los dioses ocultan el territorio porque prefieren no ver desde el cielo lo que aquí ocurre.
Es increíble. No siente miedo, sólo inquietud. Y curiosidad.
-¿No tenéis miedo? ¿Acaso no habéis escuchado las historias?
-Mi pueblo está muy lejos de aquí y nunca salí de él hasta ahora. A los pueblos pequeños no llegan esas historias de aventuras y magia. Y por eso huí de allí. Era demasiado aburrido.
Y por un segundo, me vi reflejada en aquella chiquilla aventurera.