XXIX

Me han dado ganas de acercarme a hacer una visita a la frontera de Tomoreth. Quiero ir a ver la situación para plantear bien el ataque. Al fin y al cabo, nadie se atreverá a enfrentarse a mí personalmente, y un puñado de guardias no son ninguna amenaza.

krystian-biskup-masterofsandSalgo de la cueva y con un agudo silbido consigo llamar a uno de los caballos que acompañaban a Krugen. Un precioso caballo negro acude a mí, pero se le nota nervioso. Muchas veces había llamado a caballos perdidos de mis tierras para hacer pequeños viajes, pero nunca había encontrado un ejemplar tan bello como este.

Le acaricio el morro y el caballo muestra su nerviosismo. Es posible que en este estado no deje que le monte. Sus patas están movidas por mí, pero su espíritu sigue vivo y éste en concreto tiene un espíritu muy fuerte. Será necesario cambiar eso.

Pero no quiero que pierda su fortaleza. Si le mato y le reanimo, no conservará esa fuerza. No, debo hacerlo de otra forma. Debo ensombrecer su alma para que absorba el poder que quiero aportarle sin perder la vida.

Pronto lo recuerdo. Mi maestro me mostró un hechizo para volver el alma de un ser oscura, un hechizo irreversible, que en aquellos tiempos apenas era capaz de realizar más que a ratas. Pero mi poder ha crecido mucho desde entonces. Me quito la máscara y pronto mis ojos se vuelven rojos y, sin apartarle la mirada, consumo su alma para ponerla a mi servicio.

Momentos después, cabalgamos hacia el sur camino de la frontera a la velocidad del viento.

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