Era evidente que los otros soldados se lo estaban pensando demasiado. Se habían dado cuenta de que, de alguna manera, había ido reduciendo el grupo en un goteo constante precisamente para que llegasen apenas unos pocos.
-Eres muy predecible Mukhne. Querías que llegásemos hasta aquí para poder demostrarnos tu poder. Pero has tenido que ir sangrándonos para que llegásemos lo suficientemente debilitados para que fuéramos manejables. -dice el general con desprecio.
-Manejables -respondo con una risa. -No necesito debilitaros para poder venceros. Incluso si hubiese llegado el ejército que traías al completo, no me habría sido difícil eliminaros como a una mosca. De hecho, os he dejado llegar hasta aquí sólo por diversión. No te puedes hacer una idea de lo largos que se pueden hacer los días a veces. Pero vuestro avance me ha resultado muy divertido.
-Me repugnas -termina Krugen antes de ponerse en guardia tras su escudo. Los soldados le acompañan y se dirigen hacia mí.
-Bueno, parece que la diversión se acaba aquí.
La cueva de la sangre 